Navigation Menu+

Laura Giusti Dios apieta pero no ahorca II

Dios aprieta pero no ahorca. La supervivencia de ese refrán y su reivindicación me remite a la tortura y su justificación; no entiendo cuál es la bondad de apretar, de quitar el aire, de hacer surfir sin terminar de ejecutar el ahorcamiento y sin soltar tampoco. No entiendo qué prueba de resistencia sin final o con final incierto se pretende comprender, qué alivio provoca a quien lo está sufriendo saber que Dios no lo va a ahorcar, pero tampoco lo va a soltar. No se puede aguantar estar apretado indefinidamente. O sí, pero no es vida. Es otra cosa.
Como no tengo fe religiosa, mi problema no es con Dios. Es con cierta tendencia del sentido común a aceptar lo que sea si viene de arriba, y justificarlo siempre. Y arriba puede ser cualquier cosa, dios o cualquier entidad, persona, grupo de personas, sector social, lo que fuere, a quien le aceptamos autoridad sobre nosotros, en determinada circuntancia, o siempre. No preguntarse nunca las motivaciones, no cuestionar ciertas cosas… En el caso particular del refrán, se asocia además a cosas demasiado dolorosas que hemos vivido como pueblo; me cuesta entender que siga vigente algo que pregona la justificación, si no el elogio, del sometimiento.

Deja un comentario